Las autoridades revelaron el video de la captura de Harold Echeverry, presunto asesino de Michel González en Cali, ocurrido el pasado 7 de diciembre, cuando se celebraba el tradicional día de las velitas. Su imagen estaba en los dispositivos electrónicos de todos los policías del país para ubicarlo y llevarlo a la justicia.
Según contaron fuentes a este medio, tras cometer el feminicidio contra la joven de 15 años, el hombre huyó a Chicoral, un corregimiento en el Tolima, haciéndose pasar como un integrante de una religión evangélica para buscar posada. Alcanzó a pagar $5 mil pesos por noche.
Luego, tratando de escapar de las autoridades, estableció su escondite en Villavicencio, Meta, donde logró camuflarse como moto taxista, labor con la que también pedía ropa regalada.
Un ciudadano identificó a Harold Echeverry y envió el video a las autoridades para su posterior captura en el barrio Porfía, saliendo de Villavicencio. Una gorra negra que tenía el presunto feminicida fue una pieza clave para su identificación.
“Está incurso dentro de la investigación preliminar por el delito de feminicidio agravado”, dijo uno de los policías a Echeverry cuando fue capturado en la capital del Meta. Deberá responder por ese delito ante un juez de Cali.
La captura de Harold Echeverry era una prioridad para el director de la Policía Nacional, el general William Salamanca. Había ordenado un despliegue en las fronteras, especialmente con Venezuela, para evitar su salida del país.
“He dispuesto que un avión de la Policía traslade de Villavicencio a Cali donde será puesto a disposición de la Fiscalía General de la Nación”, indicó el general Salamanca, quien envió un mensaje de solidaridad a los familiares y amigos de la menor de edad.
La niña había salido a comprar golosinas en la noche de Velitas y no regresó a su hogar. Luego apareció en la mañana del 8 de diciembre desmembrada en unas canecas de un taller automotor cercano a su residencia.
Papá de Michel González pide justicia
Entre tanto, Genaro González, padre de la menor, aseguró durante el sepelio: «Las últimas palabras que me dijo mi niña esa noche fueron: ‘Papi, no me demoro’ y no la volví a ver».
En medio de lágrimas, las compañeras de la víctima llegaron a acompañarla en su último adiós antes del mediodía, a una eucaristía, levantando carteles que decían: «Queremos salir a la calle sin el miedo de no regresar».