Inicio Internacionales Esclavos rebeldes a sus ‘amos’ son golpeados hasta la muerte en Mali

Esclavos rebeldes a sus ‘amos’ son golpeados hasta la muerte en Mali

Por Cesar Noticias

La muerte de un hombre en la región maliense de Kayes golpeado y torturado por quienes lo consideraban «un esclavo rebelde» ha conmocionado a un país que aún mantiene la esclavitud en algunas de sus regiones, una práctica heredada de padres a hijos desde hace siglos.

En las redes sociales de Mali circulan estos días vídeos con hombres atados unos a otros con cuerdas en los tobillos y palizas como la que recibió Diango Cissé, el joven «esclavo» que murió este viernes en la localidad de Tamora.

Testigos contactados por Efe explican que Tamora y otras localidades de Kayes «son verdaderos focos de violencia al aire libre, campos de opresión para quienes se creen amos con derecho a la vida y a la muerte por encima de los demás».

Ante la violencia cotidiana, estas personas esclavizadas «buscan liberarse del yugo», como lo intentó Cissé, víctima de una práctica, destaca Goudia Konaté, presidente de la Asociación para el Cambio de Mentalidad para el Desarrollo (ACMED), «digna de otros tiempos» pero que subsiste.

Konaté asegura que el fenómeno funciona por descendencia, de manera que los hijos de estos «esclavos» heredan esa condición, y que lleva funcionando siglos en Mali.

Los pretendidos «amos» son personas que afirman ser descendientes de los que fundaron los pueblos y se ven a sí mismas, explica Konaté, como «nobles» propietarios de tierras cultivables.

«Todos los demás son para ellos gente de clase baja, gente de castas que no tienen derecho a nada», asegura.

Pero en los últimos tiempos, estos «esclavos» reclaman sus derechos. «Las mujeres y los hombres cuyos padres y abuelos sufrieron este trato quieren emanciparse estos días. Ya no quieren ser tratados ni llamados esclavos. Abogan por la igualdad entre todas las capas sociales», dice Konaté.

Y se encuentran frente a unos «amos» que piensan que la tradición debe continuar. Todo ello, afirma el presidente de la ONG, ante la pasividad de las autoridades. «Vi a un subprefecto o un prefecto que se atrevió a afirmar durante una conferencia que él mismo posee esclavos», relata.

En las aldeas de Mali afectadas por la esclavitud no existe asimismo «ninguna relación matrimonial entre los que se consideran a sí mismos y se llaman ‘nobles’ y los que son considerados y llamados ‘esclavos'».

Además de las propias víctimas, las familias de estos llamados esclavos sufren de primera mano las consecuencias. «Es como en todas las situaciones de crisis, las primeras víctimas son una madre que pierde a su hijo o una esposa que pierde a su marido en estos enfrentamientos, pero también se han saqueado graneros y se han incendiado tiendas», explica Konaté.

O incluso los esclavistas modernos han prohibido enterrar a los asesinados porque sus familias no han querido reconocer su estatus de «esclavos».

El presidente de la ONG cree que «las autoridades a todos los niveles son conscientes del problema, pero fingen ante las organizaciones internacionales de derechos humanos».

Ello mientras cada año el fenómeno de la esclavitud por descendencia causa muertes, lesiones y personas desplazadas dentro del país, no solo en Kayes, sino también en la región maliense de Koulikoro.

Konaté teme además que, en medio de la crisis política y de seguridad en la que está sumida el país, con grupos yihadistas muy activos en el territorio, este problema sea «caldo de cultivo de terroristas» y que intenten captar a estos «esclavos» para su causa.

Para la ACMED, tanto el Estado maliense como otros donde existe este problema -cita Senegal, Gambia y Mauritania- deben involucrarse más luchando contra él con severas medidas legales y sensibilizando a la población.

La asociación propone que «mujeres influyentes, hombres influyentes, artistas, mujeres y hombres de los medios de comunicación pongan de su parte para erradicar definitivamente este fenómeno que ha durado demasiado».

Hace un llamamiento a tener «el coraje» de denunciar estas prácticas y apela también a los líderes religiosos, que «encuentran los medios para disculparlas».

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