En la reciente sesión de la Comisión Séptima del Senado de la República, el ministro de Salud, Guillermo Jaramillo, arremetió nuevamente contra la gestión del gobierno de Iván Duque durante la pandemia de COVID-19. Aseguró que el aumento de camas de Unidad de Cuidados Intensivos fue motivado por intereses económicos, calificándolo como un “negocio” oculto.
Jaramillo declaró: “triplicaron las camas de cuidado intensivo porque era un negocio. Era para salvar a la gente, pero el negocio estaba ahí oculto.” Además, cuestionó la eficacia de la medida, afirmando que generarían más muertes que beneficios.
Estas afirmaciones provocaron respuestas inmediatas de expertos del sector. Julián Fernández, exdirector de Epidemiología del Ministerio de Salud, rechazó las acusaciones, señalando que la expansión de las UCI fue global y no exclusiva de Colombia. Destacó la falta de sustento científico en las palabras del ministro.
Fernández no estuvo solo en su crítica. Alejandro Gaviria, exministro de Salud de Juan Manuel Santos, compartió la opinión de Fernández y añadió: “En Colombia evitamos escenarios catastróficos que ocurrieron en otros países de América Latina, como deudas impagables y pacientes muriendo en las calles por falta de UCI.”
Ambos expertos coincidieron en calificar las afirmaciones de Jaramillo como teorías de conspiración sin sustento, instando a no destruir el sistema de salud basándose en ideologías exaltadas y prejuicios infundados.