Por José Félix Lafaurie Rivera
Acaba de culminar la quinta ronda de negociaciones con el ELN en México; ronda determinante y nada fácil, que cargaba con un peso agobiante: el Secuestro. Una ronda en la que estaba de por medio la paz misma; pero una ronda, finalmente, con un alcance que el país, descreído con razón, recibe con escepticismo todavía, pero con algo de esperanza, en una época propicia para augurios de paz.
Hace 35 años, en Maguncia, Alemania, el ELN se comprometió, como gran cosa, a no secuestrar niños ni ancianos, un acuerdo recibido como “buen comienzo”, aunque también como vergonzosa confesión; pero al margen de todo ello, desde entonces, el ELN no se había comprometido a nada realmente. A partir del 30 de enero y durante 180 días inicialmente, el ELN se compromete a no realizar secuestros extorsivos, que insisten en llamar “retenciones con fines económicos”, compromiso al que no le han faltado reparos.
¿Por qué no se comprometió desde el comienzo del cese al fuego? Realmente sí lo hizo y así se lo reclamó la delegación gubernamental, porque el secuestro, además de ser un delito tipificado en nuestro Derecho Penal, está taxativamente prohibido en el Derecho Internacional Humanitario y su jurisprudencia, y el DIH fue acogido como referente en el Acuerdo del Cese al Fuego que el ELN firmó y con el cual se comprometió.
El tema de “las interpretaciones” ha sido un gran escollo en estas negociaciones y, por esa vía, el ELN nunca aceptó que del acogimiento al DIH se derivaba un compromiso frente al secuestro, dificultad superada en esta ronda —y su principal resultado—, al quedar explícito y sin lugar a interpretaciones, el compromiso de no secuestrar con fines extorsivos, que será incorporado a los protocolos de los Acuerdos.
¿Por qué no se comprometió a renunciar al secuestro con cualquier motivación? Desde afuera no parece lógico, pero en la Mesa las cosas son a otro precio. De hecho, el DIH proscribe, en general, la toma de rehenes, y los prisioneros de guerra —secuestrados de la Fuerza Pública—, son también proscritos por el DIH y el Estatuto de Roma en los conflictos internos. Así pues, solo queda decir que “comienzo tienen las cosas”, que el fin del secuestro como hostigamiento a la sociedad y como condición para la PARTICIPACIÓN es, sin duda, un gran avance, y que, de cualquier manera, todo secuestro tendrá que ser explicado por el ELN ante la Mesa y su Mecanismo de Verificación.
También es un gran avance que, a partir del 30 de enero, todo secuestrado hasta esa fecha deberá quedar libre, pues el secuestro es un delito de tracto sucesivo, es “continuo”; no se limita al día en que se secuestra sino al periodo durante el cual se está secuestrado, luego nadie puede seguir estándolo a partir del 30 de enero de 2024.
La sabiduría popular, precisamente por su origen, siempre es contundente. “Obras son amores y no buenas razones”, es el mensaje claro al ELN por parte de una sociedad que ya no pide ni anhela, sino que les exige no volver a secuestrar; les exige pasar de las palabras del compromiso a las realidades del cumplimiento, para permitir estas negociaciones que necesitan un hondo respaldo popular.
Por ello, el ELN tiene la palabra; si desoye el clamor de la sociedad la paz seguirá siendo un anhelo apenas y las negociaciones otra frustración; si lo escucha, la paz se asomará como estrella de Navidad. “Amanecerá el 2024… y veremos”.
Mi deseo de Navidad para todos los colombianos: Paz en sus corazones y en sus hogares…, es el comienzo para la paz de Colombia.
@jflafaurie