Inicio Actualidad El sueño de la represa Los Besotes muere en el ataúd de los indígenas

El sueño de la represa Los Besotes muere en el ataúd de los indígenas

Por Cesar Noticias

Hace aproximadamente veinte años alcanzó a obtener mucha fuerza la idea convertida en proyecto de vida la construcción de la Represa los Besote como un gigantesco reservorio natural surtido por las aguas frías del Rio Guatapurí que nace en las entrañas mismas de la Sierra Nevada. La idea era   garantizarle a Valledupar y su zona corregimental agua durante los próximos cincuenta años. Esta maravillosa idea manejada inteligentemente teniendo en cuenta el claro deterioro de la cuenca alta y media de ese afluente, en donde los propios indígenas también han contribuido a deteriorar.

Ese territorio es habitado por cuatro etnias indígenas, Arhuacos, Koguis, Arzarios y Kankuamos, curiosamente una alta población viven, tienen sus negocios y disfrutan en Valledupar. El proyecto se discutió en las altas esferas nacionales en diferentes gobiernos y contó con apoyos importantes, incluso se invirtieron sumas importantes de dinero en factibilidad de estudios.  Allí todo iba muy bien hasta cuando aparecieron los “dueños” de la madre tierra y comenzaron a oponerse argumentando lo de siempre; por ahí pasa la línea negra y es sitio de pagamento, y en consecuencia, ellos no permiten ningún tipo de movimiento a la tierra, así sea para darle agua a sus propios hijos que viven y vienen a estudiar a la capital mundial del vallenato, Qué paradoja!

La ministra del medio ambiente, Susana Mohamad acaba de darle la estocada final a cualquier posibilidad futura de no morir de sed en las propias calles Vallenatas declarando la ampliación del área de protección de la Sierra Nevada a 172 mil hectáreas, el 12% de ellas pertenecen a la zona rural del municipio de Valledupar. El daño va más allá debido a que se pone en peligro la seguridad alimentaria y algunos proyectos amigables con la naturaleza. Es cierto que tenemos que preservar las fuentes hídricas y cuidar la naturaleza, pero tampoco entregárselas de manera obtusa y obstinada y sin estudios previos a una minoritaria población que tampoco colabora con detener la ganadería extensiva, sino que la promueve, lo mismo con la tala. ¿Acaso desde Valledupar en tiempos de verano no vemos como estos propios indígenas hacen quemas para posteriormente sembrar? Eso es lo peor y lo hacen ellos mismos. La ministra se extralimitó y seguramente se dejó llevar por instintos ancestrales y de solidaridad, sin soportes ni estudios. Este gobierno tiene ministros muy raros.

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