“La región Caribe está pagando la energía más cara del país, teniendo niveles de pobreza e informalidad mucho mayores a los del promedio nacional”.
El ruido de la agenda política y el frenético ritmo noticioso de estos tiempos no han permitido que el país conozca en toda su dimensión lo que está pasando en la región Caribe con los precios de la energía. La situación es muy grave. Familias y empresas están asfixiadas pagando unas facturas que les está quitando una parte muy grande de sus ingresos.
Un problema complejo no suele tener soluciones fáciles. Por eso, este medio quiso hacer un recorrido por la región para oír a todos los actores del problema: usuarios, operadores, comercio, gobernadores y alcaldes. Antes de señalar y buscar culpables, quisimos entender el mapa de una situación que a estas alturas se ha convertido en una bomba social.
La región Caribe está pagando la energía más cara del país, teniendo niveles de pobreza e informalidad mucho mayores a los del promedio nacional. Eso no es culpa de una persona o empresa. Son varias causas. Hay un pesado legado de malos manejos en empresas públicas y privadas, cuyos platos rotos está pagando hoy la gente. Desde la estatal Corelca, pasando por las electrificadas y gobernaciones y terminando con el saqueo de Electricaribe.
A este yugo histórico, se suman hoy varios problemas que han terminado por crear un coctel explosivo e impagable. Primero, Afinia y Aire, los dos operadores de la región, entraron en 2020 a operar con un régimen diferencial en el que durante diez años y de manera decreciente los usuarios deben hacerse cargo por las pérdidas no técnicas de energía. Es decir, por la energía que es robada. Las empresas argumentan que solo así era posible hacer financieramente viable la operación en el largo plazo. Pero los usuarios que pagan no pueden de la ira con esa situación y piden que se modifique. La bancada caribe le ha pedido eso al gobierno en las cumbres que se han organizado para tratar el tema.
Segundo, hoy todos estamos pagando en nuestra factura los saldos de la opción tarifaria, que es una figura que contempla la ley en la que en situaciones de emergencia se pueden congelar los precios. Mientras, los usuarios vamos acumulando esa deuda con los comercializadores de energía. Ese saldo debe ser pagado después de la emergencia de manera diferida en la factura. Es decir, hoy estamos pagando el costo extra de energía que no se nos cobró durante la pandemia.
Tercero, este intenso y largo fenómeno del Nino ha provocado un aumento de la demanda de energía en más de un 8% en la región Caribe. El calor y la sequía es mucho más inclemente en este territorio y las personas necesitan mucho más aire acondicionado y la refrigeración de sus neveras, por solo poner dos ejemplos.
Adicionalmente, tengamos en cuenta que unas verduras en la región Caribe necesitan más energía para refrigerar que en Bogotá. Ese esfuerzo de más que hacen los electrodomésticos se refleja en la factura.
Estas y otras razones han provocado que el precio de la energía este por el cielo. El gobierno debería oír con atención y sensibilidad a la población y plantear medidas de corto y largo plazo. Se necesitan ideas coyunturales y estructurales. Para millones de personas la situación se ha convertido en elegir entre pagar la luz o comer. No es una exageración.