«Ellos vinieron de forma ilegal», dijo el mandatario a los periodistas en la Casa Blanca. «Van a sacar a la gente y llevarlas de vuelta a sus países», explicó.
La operación, que comenzará probablemente el domingo, está dirigida a 2.000 personas en al menos 10 ciudades. Según el diario The New York Times, esas redadas podrían incluir «deportaciones colaterales», es decir, afectar a otros inmigrantes que se encuentren en los lugares donde intervengan las autoridades.
En junio, Trump ya había anunciado que Estados Unidos deportaría a «millones de extranjeros ilegales», en línea con su discurso de lucha contra la inmigración irregular, pilar de su campaña y de su gobierno.
Los opositores demócratas reaccionaron diciendo que estos planes amenazan potencialmente a personas que viven desde hace años en Estados Unidos y cuyas familias incluyen en muchos casos a hijos estadounidenses.
En Estados Unidos hay cerca de 10,5 millones de inmigrantes indocumentados, de los cuales dos tercios llevan más de 10 años en el país, según el instituto independiente Pew Research Center
– El sufrimiento «no puede ser olvidado» –
A principios de 2017, Trump anunció un endurecimiento de la política migratoria y en 2018 lanzó su política de «tolerancia cero» que propició que más de 2.300 niños fueran separados de sus padres migrantes. El gobierno dio luego marcha atrás.
«El gobierno está provocando problemas en la frontera, no resolviéndolos», dijo el presidente de la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes, el demócrata Elijah E. Cummings, en una audiencia para fiscalizar la suerte de los menores.
Según un informe publicado por esta comisión, al menos 18 bebés y niños de menos de dos años fueron separados de sus padres por periodos de entre 20 días a medio año.
Al menos 241 niños separados de sus padres estuvieron en dependencias de la patrulla fronteriza por más de 72 horas, el máximo legal, señaló el informe.
Elora Mukherjee, académica de la Universidad de Columbia, que visitó un centro en Clint, Texas, contó a la Comisión que algunos niños tenían la misma ropa que cuando cruzaron la frontera y que estaban cubiertos de mocos, saliva y otros fluidos.
«Debido al olor para mí era difícil sentarme con ellos», contó la abogada.
La congresista Rashida Tlaib, que visitó uno de los centros, recordó con lágrimas a la niña guatemalteca Jakelin Caal, fallecida en diciembre mientras estaba retenida, y expuso dibujos hechos por los niños que ilustraban las duras condiciones de reclusión.
«El sufrimiento en estos campos no puede ser olvidado», dijo Tlaib.
Organizaciones de derechos humanos se agruparon para demandar al fiscal general, William Barr, y a las agencias involucradas para impedir las deportaciones y hay convocadas protestas en todo el país en la tarde del viernes y una vigilia fuera de la Casa Blanca.
– «Acuerdo de Tercer País Seguro» –
En tanto, Trump alabó la ayuda recibida del gobierno mexicano para frenar el flujo de migrantes que llegan a la frontera estadounidense, destacando que en junio las cifras bajaron con respecto al mes anterior.
Después de que Trump amenazara con imponer aranceles a sus exportaciones, México acordó reforzar la seguridad en sus fronteras y ampliar su política de recibir a los migrantes, mientras Estados Unidos procesa sus solicitudes de asilo.
En junio los arrestos de migrantes en la frontera con México cayeron un 28% hasta 104.000 personas, respecto al mes anterior, aunque lejos del nivel de 43.000 detenciones que había en el mismo periodo del año pasado.
«México ha hecho un trabajo sobresaliente hasta ahora», dijo Trump, que el lunes se reunirá con su homólogo de Guatemala, Jimmy Morales.
El anuncio de la visita se produce cuando reportes de prensa señalan que Estados Unidos está próximo a alcanzar un «Acuerdo de Tercer País Seguro» con Guatemala, lo cual obligaría al país centroamericano a tramitar los pedidos de asilo de todos los migrantes que atraviesen su territorio en su marcha hacia el norte.